Margarito Simplón
Margarito Simplón
Obra cómica en un acto
Original de J. Raúl Ovalle H.
PERSONAJES:
- Margarito Simplón: Conserje no muy listo pero que se defiende muy bien.
- Don Perfecto Desastrozo: Un maestro no muy perfecto, pero sí aprovechado.
- Don Severo Cascarrabias: Un supervisor chapeado a la antigua y como su apellido lo dice: cascarrabias.
- Zila Calandria: Una cocinera muy activa, muy coqueta y muy a la moda.
- Tacifiro Vigorón: Soldado novio de Zoila que sabe sacar muy buen provecho de todo lo que se le presenta.
El escenario representa un cuarto sencillo que hace de salón de clase. A la izquierda puerta que comunica con las habitaciones interiores y a la derecha puerta que da a la calle. En el centro del escenario unos pocos escritorios, en una de las paredes un pizarrón todo destartalado y en el resto cuadros de material didáctico en mal estado. Por el desorden que presenta el aula se puede notar que desde hace mucho tiempo no se han dado clases.
ESCENA PRIMERA:
Al abrirse el telón aparece el profesor don Perfecto Desastrozo dormitando sobre uno de los escritorios o banca. De pronto se oyen toquitos leves en la puerta que comunica con el interior de la casa.
Don Perfecto: (desesperado) ¿Qué pasa?… Me pareció oir ruidos… o fueron… toquidos (se oye tocar más fuerte). En efecto… Están tocando (Gritando fuerte hacia la puerta). ¡Adelante!
Margarito: (Entrando con una cubeta de agua, escoba y trapeador. Tiene una cara que a simple vista se puede calificar de tonto, simplón o totoreco). Buenos días profesooor…
Don Perfecto: (Con cara de resignación). Buenos días Margarito.
Margarito: (Con timidez y hablando despacio). Disculpe que lo moleste, pero quiero decirle algo.
Don Perfecto: (Procurando sacudírselo pronto). Bueno. Dílo. Pero rápido, porque estoy muy ocupado.
Margarito: (Viendo con picardía alrededor). Se nota…
Don Perfecto: (Enojándose). ¿Qué se nota?
Margarito: (Con miedo). Que usted es una persona muuuuuy ocupada…
Don Perfecto: Bien. Di pronto de que se trata.
Margarito: (hablando rapidísimo). Es que hace varios días vino una carta urgente de la capital, la deje sobre su mesa de noche y hoy que hice el aseo la encontré sin abrir. Y me dije: El profesor no ha leído su carta.
Don Perfecto: (Que no ha entendido nada). ¿Qué dices?
Margarito: (Iniciando de nuevo la cantaleta). Dije que hace varios días que vino una carta del correo…
Don Perfecto: (interrumpiéndole enojado). ¡Cállate! Cuando hablas muy rápido no te entiendo nada. (con ironía) ¿Serías tan amable de repetirlo despacio?
Margarito: (hablando muy despacio). Decía que desde hace varios días que…
Don Perfecto: (interrumpiéndole de nuevo). ¡Cállate! Te dije que hablaras despacio, pero no que me lo dijeras por abonos.
Margarito: (turbado). Yo no le entiendo: si hablo despacio, se enoja. Y si hablo rápido también.
Don Perfecto: Es que te dije que hablaras normal; o sea que hablaras ni muy rápido ni muy despacio. (Dándole lecciones). En la vida Margarito, no se debe ser ni tan tan… ni muy muy.
Margarito: (Ríe tontamente).
Don Perfecto: (Extrañado) ¿De qué te ríes?
Margarito: De eso que dijo usted. (Emocionado) Ni tan tan… ni muy muy.
Don Perfecto: (Comprendiendo) ¡Ah!… te gustó la fracesita.
Margarito: (Riendo) ¡Si! (Repitiendo con cara de idiota). Ni tan tan… ni muy muy.
Don Perfecto: (Armándose de paciencia). Bien. Ahora que ya me has entendido, repítemelo todo.
Margarito: (Hablando con naturalidad, pero siempre atolondrado). Le decía que desde hace varios días, llegó una carta de la capital y el cartero me dijo que era urgente. Yo la recibí y se la puse en su mesita de noche. Hoy que hice el aseo, la encontré sin abrir. (Tomando aire doctoral) Y me dije: si el sobre no está abierto, la carta no ha sido sacada, y por lo tanto el profesor no la ha leído.
Don Perfecto: Es una bonita deducción. Te felicito. No la he leído pues por el mucho trabajo que tengo, no he podido llegar a dormir.
Margarito: (Entre dientes). Por las muchas parrandas diría yo.
Don Perfecto: ¿Qué dices?
Margarito: (Nervioso) Decía que si quiere que le vaya a traer la carta.
Don Perfecto: ¡No! Prefiero ir yo. Mientras tanto limpia bien este salón que está hecho una calamidad.
Margarito: ¡Claro! Como nunca hay clases.
Don Perfecto: (Enojado). No es culpa mía que los alumnos no vengan a clase. Tú sabes que en ésta aldea son pocos los muchachos que se interesan por estudiar. Todos prefieren irse a trabajar a la capital.
Margarito: (Para sí). Ni modo. Si allá ganan más.
Don Perfecto: ¿Qué dices?
Margarito: Que se apure a leer la carta para saber pronto de qué se trata.
Don Perfecto: Tienes razón. (Inicia mutis, pero al salir se tropieza con la cubeta y cae). (Se levanta enojadísimo). ¡Imbécil! Mira lo que has hecho.
Margarito: (Riéndose) Yo no. Usted es el que no se fija por dónde camina.
Don Perfecto: ¡Cállate! La culpa la tienes tú por dejar la cubeta en donde uno tiene que pasar. Y en la vida no hay que ser tan descuidado.
Margarito: (Riéndose) Y no me dijo que usted que no hay que ser ni tan tan ni muy muy…
Don Perfecto: (Enojado) No me confundas y cállate.
Margarito: (Humildemente). Como usted diga don Perfi… digo: Don Perfecto.
Don Perfecto: ¡Y apúrate a limpiar aquí! (Sale).